La ranas, de colores exóticos y típicas del
Chocó, iban a ser enviadas a Austin (Estados Unidos) dentro de una caja
de chocolates, como si fueran una remesa.
La idea era venderlas como especies
ornamentales para decorar acuarios, o incluso, para llevarlas a Asia,
Medio Oriente y Canadá.
El Centro de Recepción de Fauna, de la
Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá, recuperó su condición física
en 10 días y hace poco pudo enviarlas a su hábitat, las quebradas de
Bahía Solano. Esta especie, las cocoi, también conocidas como ranas
arlequín, son endémicas o únicas de esta región.
Ellas fueron afortunadas porque regresaron
al campo sanas y salvas. Pero no ocurrió lo mismo con muchos de los
animales que, como esos anfibios, fueron decomisados por la Policía
durante el 2011, víctimas del tráfico ilegal. A pesar de los esfuerzos
de las autoridades, muchos de ellos no pudieron rehabilitarse. Unos
murieron y otros sufrieron lesiones irreparables y por eso deberán
permanecer en cautiverio.
Según la Secretaría Distrital, cifras que
además fueron publicadas por el portal Prensa Verde, el año pasado en
Bogotá se impuso un nuevo récord en el número de decomisos.
Fueron detectados por la Policía 3.923
animales (1.643 aves, 1.393 invertebrados, 692 reptiles, 112 mamíferos y
83 anfibios) que habían sido sacados de las selvas para venderlos en
plazas de mercado o a través de folletos.
Esto es el equivalente a 10 capturas
diarias. La capital se ha vuelto un centro de recepción de animales que
llegan de todas las regiones del país, y que son extraídos del
Amazonas, los Llanos Orientales, Eje Cafetero, la Orinoquia y de
departamentos como Tolima, Boyacá y Cundinamarca.
En el 2010 se habían incautado 3.342
ejemplares, en el 2009 se decomisaron 3.195 y en el 2008 se habían
sumado 2.963. Por ser un negocio ilegal, en Colombia los impactos de
este flagelo no pueden ser medidos con certeza y sólo se analizan con
base en esas incautaciones.